11-04-2019 - OPINIÓN Se rompió y se dobló Por Enrique Minervino.
Desde que el radicalismo comenzó a expresar sus posturas en contra de las políticas llevadas adelante por el gobierno kirchnerista allá por 2011, algunos radicales dijimos que la UCR realizaba una oposición “boba” al gobierno popular de entonces. La tozudez de los dirigentes del partido ganados por un incomprensible antiperonismo, privilegió el odio al gobierno de entonces y de manera inexplicable se opuso a políticas públicas que estaban más cercanas al pensamiento radical que las que hoy ejecutan sus actuales aliados.
En la famosa convención radical de Gualeguaychú del año 2015 (que el dirigente Federico Storani calificó de “histórica”), el centenario partido aprobó su alianza con el PRO comandado por el empresario acusado de contrabandista y espía, Mauricio Macri. Storani, a quien conocí cuando era presidente de la Federación Universitaria Argentina en la década del 70, hablaba por entonces de que en Argentina existía una “contradicción fundamental”, expresión con la que se refería muy ilustrativamente a los dos polos económicos que existían y existen en nuestro país: el pueblo y el antipueblo, a los que definía como “política y económicamente irreconciliables”. Y obviamente ubicaba al radicalismo como la expresión política de la primera opción.
Hoy Storani, rompiendo aquella consigna que profesaba en su juventud, es el artífice junto a Ernesto Sanz, Mario Negri y Gerardo Morales entre otros, de la alianza con la más rancia y corrupta oligarquía argentina representada políticamente por el Pro. El radicalismo de estos dirigentes, se unió al antipueblo. ¿Qué lo hizo cambiar tanto a Fredy, que de militar en aquella combativa Franja Morada y ser uno de los pilares de la Junta Coordinadora Nacional de la Juventud Radical que hablaba de aquella contradicción, sea hoy el impulsor de este camino tomado por la UCR? ¿Cómo fue que desestimó aquellos ideales principistas que fueron fundantes del Movimiento de Renovación y Cambio en 1972, liderado por un joven y pujante dirigente llamado Raúl Alfonsín? ¿Dónde quedaron aquellas convicciones por las que muchos militantes siguieron en aquellos años a Fredy y un poco más acá en el tiempo cuando fundó la Corriente de Opinión Nacional?
Son preguntas que quienes seguimos sosteniendo esos mismos principios e ideales, no le encontramos respuestas. Porque tanto Fredy como los demás dirigentes radicales tiraron su honestidad ideológica por la borda. Y hoy justifican la incomprensible alianza con la derecha repitiendo una serie de frases hechas, que no son más que falsedades ridículas y absurdas, como aquello de que con Cristina “íbamos camino a Venezuela”, que “peligraba la República” o que no podían dejar que continuara el “populismo corrupto”, entre otras. Y me refiero a estas justificaciones como simples frases y no como razones, porque no lo son. El razonamiento constituye la elaboración mental de una argumentación que surge del análisis profundo de una determinada situación. Y aquí no existe esa elaboración mental porque estas “razones” son apenas una serie de slogans burdos, vacíos de contenido, que no alcanzan el status de argumentos. Me resulta patético e increíble que tipos con una excelente formación académica como Federico Storani repitan esas estupideces elaboradas desde las usinas de los centros de poder para denostar a los gobiernos populares y que no tienen ningún asidero. Pero los radicales demostrando una falta de razonamiento pavorosa, adoptaron estas consignas nada menos que para justificar la alianza más vergonzante de la historia.
Por ello es increíble que un partido nacional popular y democrático como la UCR, forme hoy parte como furgón de cola, de la alianza de derecha más corrupta y antirrepublicana de los últimos 35 años de democracia. Porque quienes gobiernan hoy de la mano del PRO, son unas pocas y grandes corporaciones que son las verdaderas ejecutoras de este modelo de ajuste que está llevando al desastre a nuestro país y a la tremenda crisis que estamos padeciendo. Los radicales son cómplices de este modelo de exclusión y pobreza que azota a la Argentina por la aplicación de estas políticas neoliberales, las mismas que aplicó la más sangrienta dictadura militar y que Alfonsín supo combatir como ningún otro político alzando su voz en aquellos momentos aciagos cuando pocos se atrevían a hablar.
Que lejos quedó el radicalismo contemporáneo de aquellos principios fundantes del Movimiento de Renovación y Cambio, o de los preceptos plasmados en la Carta Ética, que hicieron de la UCR un bastión en “la defensa de la libertad e igualdad de los ciudadanos y de la soberanía popular”, tal como allí se expresa. Hoy la UCR regaló su estructura partidaria a un partido vecinal de ultraderecha como el PRO, para garantizarle el triunfo a nivel nacional y permitir que por primera vez la oligarquía más totalitaria acceda al gobierno mediante elecciones.
Hoy la UCR es cómplice de un gobierno cuya principal figura es integrante de la familia empresarial más corrupta de los últimos 70 años, que se enriqueció a costa del Estado argentino y a quien le chupó la sangre por la llamada cartelización de la obra pública, de la que los Macri siempre fueron los principales protagonistas. Hoy la UCR es cómplice del gobierno que tiene la mayor cantidad de funcionarios imputados en hechos de corrupción, porque el de Cambiemos es un gobierno corrupto que vino a saquear el bolsillo de los argentinos para beneficiar a los únicos tres sectores que son los ganadores de este modelo: el agroexportador, los bancos y las empresas de energía.
La UCR es cómplice de todas estas tropelías y muchas otras cometidas por el peor gobierno de la historia argentina, como consecuencia de sus devastadoras políticas neoliberales, de su ineficiencia y de su corrupción estructural. Por eso el radicalismo, a contramano de lo que dice su gloriosa marcha, se rompió, se dobló y se hizo mil pedazos. Fredy, Morales, Sanz, Cobos, Negri, Salvador y otros lo hicieron.
A 10 años de la muerte de Raúl Alfonsín conviene recordar algunos dichos que los radicales de hoy olvidaron por completo. Dijo don Raúl: “Si la sociedad se hubiese derechizado, lo que la UCR debe hacer en todo caso es prepararse para perder elecciones, pero nunca para hacerse conservadora". Y poco antes de su muerte expresó de manera categórica: "La concertación que queremos hacer tiene límites; no podemos aliarnos con la derecha. La derecha es Macri y no podemos traicionar nuestros principios". Algunos lo entendimos. Fredy Storani y la UCR de hoy, no.
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